martes

Cada día, una nueva oportunidad...

Recuerdo con fiel detalle y precisión aquellas largas noches de invierno en las que cuidaba a mi bebé de seis meses internado en terapia intensiva por una intempestiva e inesperada enfermedad llamada meningitis. Fue terrible, en menos de veinticuatro horas amenazó con llevárselo sin darle, ni darnos tiempo para luchar.
La palabra “impotencia” es la que mejor describe ese momento, “desesperación” complementa la descripción. Siempre dije que Valentín tocó el cielo con sus manos y volvió…porque este es su lugar, volvió a la vida para vivirla y enseñarnos a honrarla, no a sobrevivirla.

Fueron noches largas, raras, de muchas preguntas, muy pocas respuestas pero definitivamente, para aquel entonces nuestra Vida había cambiado y si algo quedaba claro era que teníamos que aprender a honrar la vida. Como soy una persona de Fe, me aferré a ella, a la esperanza, a Dios, a mi familia, en especial a mi hijo mayor que en aquel entonces tenía solo cuatro años, un pichón…Nuestra red de contención fue fundamental, nuestros padres, hermanos, amigos, “nuestra gente”… definitivamente los afectos nos mantienen en pie aún en las peores tormentas que podamos imaginar. Aquellos días pensé mucho en positivo y le juré al Pediatra que lo íbamos a ir a visitar a su consultorio. Cuando los médicos no nos daban esperanzas, yo sabía que de ahí me iba con mi hijo en brazos, yo lo sabía…

Yo cada nueva mañana rogaba, pedía y deseaba con todo mi corazón tener “un día más” como dice la canción “un día de gracia para mí”, para poder hacer algo por Valentín, para no sentirme tan impotente. Pensar que muchas veces vamos por la vida viviendo cada día como uno más… Y así fue, tan fuerte fue el deseo que tuve un día más, otro y otro…y les aseguro que desde entonces ya ningún día fue uno más en mi vida.

Desde entonces han pasado, casi cuatro años y no les voy a mentir, no ha sido fácil y por momentos, no lo es. Un año después de aquel que fuera el invierno más frío de mi vida detectamos que Valentín había perdido totalmente su audición. Y otra vez vinieron días de médicos, miedos, preguntas, enojos, anestesias, pero también de Fe, fuerza, lucha, ganas, amor y aprendizaje. Hoy Valentín está escuchando gracias a su implante coclear y su constante rehabilitación y fuerza, nosotros como Familia cada día aprendemos algo nuevo y yo como mamá, soy una agradecida por cada nuevo día.

En estos tiempos de cólera, en los que vivimos como locos, de prisa, estresados, preocupados, conectados y desconectados a la vez, simplemente quiero compartir mi aprendizaje del Día a Día. Más allá de las circunstancias que nos toque atravesar en el camino de la vida, que a veces se torna sinuoso, el secreto es hacerlo “con y desde el amor”, la fórmula del amor nunca falla. Tenemos que aprender a valorar y aprovechar cada día, cada momento y cuidar a nuestros afectos como el tesoro más preciado que tenemos.

Un día no es uno más, un afecto no puede ser reemplazado y el tiempo perdido no se recupera. No hay riqueza, fama, éxito ni gloria que pueda compensarlo. Tenemos que disfrutar más de cada momento, aprovecharlo al máximo, sonreír aunque no sea el mejor de los días y pensar que “Hoy es una nueva oportunidad para alcanzar y luchar por aquello que uno desea con todo el corazón”. Todo pasa, en el único lugar que podemos guardar algo para llevarnos es en el corazón.