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Los hijos crecen y hay que acompañarlos...

En los primeros años de vida los padres son los principales referentes de sus hijos y permanecerán en ese lugar, a pesar del agitado paso por la adolescencia, es fundamental para ello que el respeto mutuo y el amor sean la base del vínculo.

En este período, los jóvenes entran en un período de transición y transformación en el cual los padres pasan de ser los mejores del mundo a ser los más patéticos del barrio y aquí es cuando comienzan a llegar la consultas de padres porque no saben qué hacer con estos hijos que hasta ayer eran niños traviesos y ahora no paran de cuestionar todo con claras demostraciones de omnipotencia y malas contestaciones.

Esto sucede en la mayoría de los casos, evolutivamente es normal que pasen por esta etapa. Indefectiblemente, comienzan las comparaciones con los padres de sus amigos porque para ellos se abre un mundo nuevo. El mundo se amplia, comienzan a ver otros modelos, situaciones, vínculo y relaciones que antes sólo veían en su casa.
Ahora, ya no se quedan solo con el modelo de la infancia y empiezan a tomar pequeños rasgos de otros que ahora comienzan a ser nuevos referentes para seguir formando la personalidad que los va a acompañar el resto de sus vidas.

Al haber más modelos, hay más variedad por eso siempre los padres tienen la preocupación de las amistades. Los amigos en la adolescencia cobran un lugar preponderante, ya que aquello que antes se compartía con los padres ahora se comparte con los amigos quienes ocupan el lugar de hermanos elegidos, porque van ampliando su familia. Siempre les parece que los padres de los demás son mejores padres que los suyos y sienten que son unos desdichados por estar en ese hogar, esto es parte también de una rebeldía, de un enojo interno por “dejar esos padres perfectos y construir padres reales”. Es importante y necesario que esto suceda para poder acceder a la madurez pero lleva un tiempo que acompañado con la revolución hormonal muchas veces lleva a los padres a pensar que no hay nada más que hacer.

Aunque es una etapa de grandes cambios el escáner perceptual sigue funcionando y registran todo del entorno, sólo que ahora tomarán como verdades absolutas lo que escuchen de su grupo de amigos, profesores, grupo musicales, ídolos deportivos e incluso de las familias de sus amigos. Ahora empezarán a cuestionarlo todo, a criticarlo todo y a creerse omnipotentes porque ellos “ya se las saben todas”.

Hay que poner especial atención en lo importante, los padres siguen siendo los padres, no pueden ocupar el lugar de los amigos y deben ocupar ese lugar, sostenerlo y cuidarlo porque es la manera de apuntar a los hijos en el crecimiento. Nunca deben darse por vencidos ni sentirse abatidos ante los planteos. Es fundamental la coherencia de los padres porque las contradicciones pragmáticas, decir una cosa y hacer otra, los afecta negativamente porque aunque parezcan estar en otra frecuencia siguen siempre conectados a la sintonía familiar.